viernes, 29 de enero de 2021

Goya, retrata a la familia del Infante Luis de Borbón.


                                        El infante don Luis (1769), por Anton Raphael Mengs,

 Museo de Arte de San Diego.



El Infante Don Luis de Borbón, nace en 1727, en el palacio del Buen Retiro de Madrid, es el menor de los hijos varones de Felipe V y su segunda esposa Isabel de Farnesio.

Le llaman Luis en honor a Luis XV de Francia. Por su posición en la línea sucesoria a la corona de España, desde niño,  es destinado a la carrera eclesiástica tal como se hacía en toda Europa con  los segundones de la realeza y la nobleza

En 1735, cuando apenas tiene ocho años,  sus padres  consiguen que  la Santa Sede  le otorgue el  arzobispado de Toledo. El nombramiento, en un principio,  se realiza en calidad de administrador de los bienes temporales de la diócesis toledana;  el Concilio de Trento impedía el ordenamiento de sacerdotes niños.

Luis, nunca tuvo vocación religiosa,   sus aficiones eran la danza, la música, el tiro, la caza y la esgrima. Y en 1754 comunicó a su  hermano el  rey Fernando VI su deseo de dejar la carrera religiosa. El rey accede  y el Papa acepta su renuncia, por lo cual se le permite ese año abandonar la carrera eclesiástica.

 En 1761  Luis compra el  Condado de chinchón a su hermano Felipe, que se había convertido en duque de Parma.

 En 1776, contrae matrimonio morganático con  María Teresa de Vallabriga y Rozas,   de este enlace nacen cuatro hijos: María Teresa de Borbón y Vallabriga, futura condesa de Chinchón, Luis María, que se convertiría en cardenal-arzobispo de Toledo, María Luisa y Antonio María, que murió a edad temprana.

 Don  Luis, que ha tenido una educación esmerada; en Arenas de San Pedro, forma una pequeña corte donde tiene como músico a Boccherini, que forma allí una orquestina con grandes violinistas españoles. También se interesa el infante  por la ciencia y en especial por  la botánica, el arte, etc.. Como mecenas de las artes,  encarga retratos de su familia, a un buen número de pintores, entre ellos a Goya, al que mediados de   1783, invita   a Arenas de San Pedro. Goya estuvo con la familia del infante hasta el 19 de septiembre, realizando numerosos bocetos y retratos individuales de los miembros de la familia. Al año siguiente volvió para ejecutar uno colectivo. “ La familia del Infante Don Luis”. Estos encargos  fueron cruciales para la carrera artística de Goya que se destapó clamorosamente durante la década de 1780.

A continuación analizamos brevemente algunos de estos retratos, comenzando por los retratos que realiza de perfil al Infante Don Luis y a su esposa doña María Teresa de Vallabriga.




Los retratos, que hace pareja, los realiza Goya en el verano de 1783, durante  su primera visita  a Arenas de San Pedro (Ávila), lugar habitual de residencia de la familia.

 Ambos  retratos son estudios preparatorios para el gran lienzo que  realiza  de la familia que se conserva  en la Fundación Magnani-Rocca de Corte de Mariano (Parma, Italia).

 ¿ Quién es María Teresa?.

 Nace en 1759, es hija de un capitán del regimiento de caballería y de Josefa Rozas, condesa viuda de Torresecas.

En 1776, a los dieciséis años se casa con el Infante don Luis, matrimonio morganático.

 Ese mismo año Carlos III publica una pragmática matrimonial por la que los hijos del matrimonio son relegados de la sucesión al trono. Carlo III con ello protegía la sucesión de su primogénito que no había nacido en España, una de las condiciones de la sucesión.

 Centrándonos en los cuadros, que forman pareja, y aparece de busto y de perfil, mirándose ambos personajes, recortado sobre un fondo oscuro; El  viste casaca y camisa blanca con chorrera de encaje y hebilla sobre la que destaca la banda azul de la orden de Carlos III y debajo la roja del Toisón de Oro. Doña María Teresa, lleva recogido el pelo en una pequeña coleta atada con un lazo azul oscuro que se confunde con el fondo. Se puede advertir el tono azul intenso del único ojo que vemos del infante, al que Goya intentó dotar de una cierta transparencia para su perfecta caracterización. En el rostro sonrosado se aprecian los efectos de la edad, así como la personalidad blanda y espiritual del retratado.

Me llama la atención las grandes pinceladas sueltas y rápidas con las te trata el chal de María Teresa.

 La contraposición entre ambos perfiles recuerda la tradición de las medallas, relieves y estelas de la Antigüedad, que resurgen en el Renacimiento.


“La familia del infante don Luis de Borbón”




Se trata de la primera gran composición a la que se enfrenta Goya, un gran retrato colectivo fechado en 1784 , diecisiete años antes que el de la familia de Carlos IV.

 ¿Qué vemos en el lienzo?

En conjunto observamos que Goya  le da a la composición un aire de intimidad  cotidiana.

María Teresa,  sentada en el centro de la composición, con un llamativo peinador blanco, mira directamente al espectador,  mientras es peinada, por su peluquero Santos Gracia. Tiene delante una mesa en la que su marido, el infante don Luis de Borbón, de riguroso perfil, juega a las cartas.   Tras él y también de perfil encontramos a su hijo, don Luis María, más tarde cardenal y arzobispo de Toledo. A su lado la pequeña María Teresa por la que Goya sentía predilección. Esta niña se casaría más adelante con Godoy,  y será retratada por el pintor en un soberbio retrato cuando estaba embarazada. Algunas damas de la pequeña corte y en el ángulo inferior izquierdo, agachado y en penumbra, encontramos al propio Goya pintando sobre un gran lienzo que se dispone en perspectiva.

A la derecha de la infanta se disponen en friso (de izda. a dcha.): la niñera Isidra Fuentes con la pequeña María Luisa en brazos; Manuel Moreno de las Heras, el más corpulento, oficial de la Secretaría del infante; Gregorio Ruiz de Arce, ayuda de cámara, o Estanislao de Lugo y Molina, preceptor de Luis María, o el violonchelista y compositor Luigi Boccherini; Francisco del Campo, secretario particular de María Teresa e introductor de Goya en el círculo de don Luis; y Alejandro de la Cruz, pintor de cámara de su alteza. El fondo de esta reunión  está enmarcado por grandes cortinas recogidas de color verde.

La composición de esta obra se organiza en dos diagonales que se cruzan en el centro, lugar ocupado por María Teresa.

Observamos como  mediante la utilización de la luz  ha individualizado perfectamente cada uno de los personajes, y ha creado una atmosfera  que da a la composición  un ambiente distendido como debían ser las veladas de don Luis.

 Las calidades de telas y adornos han sido representadas de manera exquisita, abriéndose el maestro la puerta como retratista de corte.

 La obra presenta cierta frontalidad, no hay fisuras que nos hagan pensar en una línea movida lo que, la aleja de la perspectiva barroca.

En cuanto al cromatismo, emplea  varias tonalidades de rojo que se confunden con la imprimación del cuadro.

Por desgracia para Goya su primer mecenas, el Infante Luis, fallece dos años después, pero Goya consigue el respaldo del los Duques de Osuna.

La del infante Don Luis fue la primera familia retratada por Goya en su carrera, más tarde llegarían la de los Duques de Osuna y la de Carlos IV.

Por ultimo analizaremos dos de los retratos que realiza de María Teresa de Borbón:

El realizado en 1783, cuando aún es una niña, y que se conserva en la en la galería Nacional de Arte de Washington D.C.







 La pinta  de pie, sobre  un pretil dentro del palacio con su perro  y de fondo la Sierra de Gredos. En este caso, parece,  un fondo muy real, aunque es habitual que el pintor  empleé fondos-telón: inventados en su estudio, no tomados del paisaje. En la montaña se aprecia el color grisáceo de la piedra. Es posible que Goya imitase alguna composición inglesa que insertarse el personaje en el paisaje.

 Llana la atención el tratamiento de la ropa, Goya carboniza el azul del corpiño respecto al tono de su piel.

Si nos fijamos en el perro, esta raza   es muy común en los cuadros de Goya.

Se puede decir, también, que este es uno de los primeros retratos españoles donde a los niños se los trata como tales, dentro de un entorno de juego habitual en la infancia.

En toda la obra emplea lo que se conoce como “paleta atmosférica”, fiel a la naturaleza.


 

La Condesa de Chinchón. 1800






Nace en noviembre 1780

Ostenta por derecho propio y hasta el fin de sus días los títulos de  Condesa de Babadilla del Monte  y de Chinchón y por matrimonio fue, durante algunos años, Princesa de la paz y duquesa de Alcudia .

Apartada de la corte desde su nacimiento, junto con sus hermanos,  no pudieron usar el apellido del padre por la  Pragmática Sanción de Carlos III. A la muerte de su padre, en 1785, es enviada con su hermana al convento de San Clemente de Toledo, de donde salió para casarse con Godoy el 2 de octubre de 1797. El matrimonio fue decidido por decreto de Carlos IV, tras ser consultada María Teresa, que tenía dieciséis años que  accedió. La boda favorecía a ambas partes: a la familia de María Teresa   se  le restablecía su posición en la caca de Borbón y se rehabilitaba a los tres hermanos y a su madre, autorizándoles a llevar el apellido real y los títulos. Por otra parte,  los reyes, además, elevaban así a Godoy, su hombre de confianza, al emparentarle con la casa real.

 En este óleo sobre lienzo, la Condesa, sobre un fondo oscuro y neutro, aparece sentada en  un sillón de época, los brazos sobre el regado. Viste un  elegante vestido de gasa blanca con puntilla azulada  y decorado con pequeñas flores y corte imperio, según la modo de la época.  Se toca con una diadema con  espigas de trigo, según la moda de los adornos femeninos de esos años que incluían flores y frutos, pero tiene aquí el significado añadido de ser emblema de fecundidad, como símbolo de la diosa Ceres, cuyas fiestas se celebraban en la Antigua Roma precisamente en el mes de abril.

 En la mano izquierda luce una sortija, cuya pincelada central, precisa y muy bien definida, resalta el brillo del diamante, y en la derecha otra, sobre el dedo corazón, adornada con la miniatura de un retrato masculino, muy abocetado, sin duda de Godoy, que luce la banda azul de la orden de calos III.

 La luz ilumina plenamente la delicada figura, resbalando sobre el traje de tonos claros, creando un especial efecto atmosférico que recuerda a las últimas obras de Velázquez. A su alrededor no hay elementos que aludan a la estancia, reforzándose la idea de soledad que expresa el bello rostro de la joven. Y es que Goya concentra toda su atención en el carácter tímido y ausente de María Teresa, animando al espectador a admirarla de la misma manera que hacía él mismo.

No debemos olvidar la importante base de dibujo que presenta, especialmente el rostro. La gama de colores cálidos con la que trabaja otorgan mayor delicadeza y elegancia a la figura.